Minor Arias Uva, escritor e investigador. Nació en Pérez Zeledón, Costa Rica.
Profesor del Colegio Universitario de Cartago, y de la Universidad Estatal a Distancia.
Ha publicado con las editoriales: Everest y Prensa Cicuta en España, Editorial Costa Rica, Editorial Robin Books, Editorial Mirambell y próximamente con New York Poetry Press.
Premio Carmen Lyra de la Editorial Costa Rica en 1999.
Es mascarero, apasionado con los temas de la naturaleza y las culturas ancestrales.
El canto total del trópico
Llevamos cinco horas caminando,
trecientos sesenta grados de selva virgen.
Se nos agota el tiempo.
Sudorosos, seguimos el ritmo.
Las hojas amarillas resplandecen con un relámpago.
Una pava se refugia en las gambas de un cedro.
Caen los frutos del ojoche maduros y dulces.
Los animales los comen y llevan las semillas hacia la espesura.
El río turbio, fluye a nuestro lado, rebasa sus litorales.
Una serpiente terciopelo se interpone en nuestro paso.
La alejamos lanzándole trozos de tierra.
Avanzamos.
En mi capa se musicalizan las gotas gruesas
que caen desde los espaveles.
Pronto nos alcanzan densas cortinas de lluvia.
Encontramos en el barro las huellas de un jaguar,
sin mucho tiempo para el asombro.
A un lado del sendero el viento desgaja un árbol.
Este es nuestro trópico, poderoso, sublime.
Escampa,
el jilguero inunda la selva con sus campanarios.
Cientos de hongos como figurillas de fuego
emergen de los troncos antiguos.
Ya nos acercamos a la Estación.
El día languidece al igual que nuestras piernas.
En los bordes de la laguna,
entre lirios y juncos,
las ranas pueblan las sombras.
He caminado el bosque junto a usted.
.Ahora me brillan las manos.
Testimonio de los sobrevivientes
Las piñas están llenas de sangre,
su jugo sabe a danta,
a pájaros muertos,
a desaparición de especies.
Los monocultivos matan la tierra,
engendrada desde la cooperación y la simbiosis.
Las plantaciones arrecian
montaña adentro,
cambiando los causes,
forjando la maduración,
quemando sueños
e irritando pieles.
Aún a la distancia
los piñales rompen las retinas.
Empleo: ¿A qué precio?.
para vivir menos que un poró,
esperando cánceres y pulmones raídos.
Mientras el mundo necesita productos orgánicos,
comercio justo:
cacao, maíz, frijoles, guanábanas, mangos, raíces,
nosotros seguimos arrasando.
Mano transnacional revuelca nuestro vientre.
El agua que sobrevive a la voracidad
de las represas públicas y privadas,
es contaminada severamente por la piñeras.
Las piñas están llenas de sangre,
su jugo sabe a mangle derribado,
a peces panza arriba resplandeciendo en su muerte,
a ríos de cause lento, sin personas nadando.
Las piñas están llenas de sangre,
su jugo sabe a nuestros hermanos,
quienes se doblegan
porque no observan otro horizonte.
Desvanecido y poderoso
Me enviaron a sostener la lumbre.
Observo libélulas que son ángeles.
Camino protegido aún al pie de la sombra.
Me desdoblo en universos paralelos,
y el sol, ojo visible de Dios,
me sumerge en sus danzas clorofílicas.
Por las noches,
me alimenta la rayería de los cerros,
la mar me susurra palabras en los riscos.
Y cuando el frío entumece mis pasos,
comunico mis pies con el magma de la tierra.
Agradezco esta nave que es mi cuerpo,
por eso descanso a orillas de la selva.
Mis ojos son hamacas
donde crece un horizonte verde.
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