Brenda Solís-Fong
guatemalteca
Nacida en el oriente del país, escritora
poeta, ensayista, fan de la fotografía y amante de la ecología, emprendedora
empresarial y socióloga, madre de familia, Le gusta cuidar y criar mariposas
Monarcas en el patio.
Forma parte de los grupos literarios La Colectiva de
mujeres en las artes y el grupo de escritores chiquimultecos en la capital
“Zanates y Clarineros”
Fue columnista literaria del Periódico quincenal “Carretera
News” con su espacio “Brebaje Cotidiano” que después se convirtió en un blog
con el mismo nombre, en donde se puede leer su poesía, cuentos y el Diario de
una cuarentona encuarentenada, escrito en el 2020.
Traducida al idioma maya kaqchikel, inglés y alemán. Su
poesía musicalizada. Ganadora de algunos certámenes literarios e incluida en
varias antologías literarias a nivel nacional e internacional.
Le han otorgado las siguientes Ordenes: Orden Poeta de la
libertad en Quetzaltenango 2001, Orden Humberto Porta Mencos en 2002 en
Chiquimula, Orden Jocote de oro en 2008.
Declarada en San jacinto, Hija distinguida y posteriormente
Hija Notable. Valor cultural del departamento de Chiquimula según Acuerdo
Municipal.
Autora de mas de una docena de libros de poesía, prosa.
Recientemente en junio 2021, ganó el Premio Lírica Mutera
en conmemoración del bicentenario de la muy noble ciudad de Chiquimula, en el
género literario de Prosa Poética.
Poesía
I
El monte me llama
y mi alma rural se agita.
Alma de pájara en jaula
de arterias, huesos y piel que se
arruga.
Esta jaula ya no aguanta su vaivén y sospecho que,
un día de estos me abriré sin permiso
o romperé el lazo que me cuelga a la
viga.
Si me vieras con tus ojos de guayacán,
reverdecería completita y mi corteza que es suave se desprendería.
Crecerían retoños y musgo entre mis uñas, sudaría sabia y miel, florecerían
girasoles entre mis piernas.
Germinarían mis pechos y mi cabello crecería como enredadera de glicinia.
Desnuda me deslizaría en el limbo de cualquier hoja, acostada me cubriría el
bajo vientre con el envés, dejaría al descubierto mi ombligo con su peciolo y
un tajo de mi alma rural por si acaso hay desyerba.
Perfumada
en clorofila
me volvería una espera.
Ay guayacán
de mis amores,
¡Imagínate! ¡Si tan solo me tocaran tus ramas!
III
Es que, en
realidad,
No hubieras podido vivir conmigo, ni un día.
Me da por caminar descalza y dejar mis huellas de
lodo por toda la casa.
En mis uñas guardo tierra del limonar y una que
otra flor de azahar se queda prendida en mi cabello durante días.
Lloro con los tangos y si es domingo, con los
versos de Isabel de los Ángeles Ruano.
Mi mal genio está lleno de versos trasnochados,
sobre todo, si la agonía del día a día me consume
y se me escapan las palabras, sin rastro.
No es fácil vivir conmigo. Definitivo,
una mala idea.
A veces me escapo volando como lo hacían mis
abuelas, pero vuelvo, no te preocupes, es solo a veces cuando me urge atrapar
páginas.
No soy melosa como la melcocha que soban en las
moliendas más bien un poco gata, un poco mariposa, un poco perra.
A veces no vuelvo a la cama en toda la noche, pero
soy fiel.
Es solo que me quedo en los retoños de la magnolia
o en algún capullo turquesa donde me conviden a pasar la noche.
No pretendo espantar tus pretensiones de vivir
conmigo, no te asustes, no siempre es así,
Hay días peores.
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