El
error consistió
en
creer que la tierra era nuestra
cuando
la verdad de las cosas
es
que nosotros somos de la tierra.
Nicanor Parra
Loma Salitral
Loma Salitral,
la que abraza los amaneceres
de este pueblo de la virgen
desamparada.
Tu saludo de gran
señora del sureste,
desvía la mirada…
de la saturación de cables,
desorden… hacinamiento…
Regala verdes,
celajes radiantes y rayos de plata.
Con el veneno
de negligencia, favoritismo y miedo
las voces
ancestrales,
incrustadas en
el polvo de tus veredas,
son blanco de dardos de
muerte.
Desde tu
corredor hospitalario
nos ha
protegido del zarpazo urbano.
Hoy te asechan
tras disfraces de Arboledas.
Te amenazan.
Quieren tragar
los bosques y demoler los nidos de las ramas.
Sin vos, mi
Norte del Sur, me perdería.
Extraviaría la
ruta de mis mayores
Mi geografía
se quedaría sin puntos de referencia.
Convoco la
vida que te habita:
Recargas acuíferas, afluentes de
ríos y aguas termales.
Aguacatillos, crotones, targuá blanco,
arbustos de lechilla, hierbas suculentas,
medicinales y plantas para ornato.
Flores, muchas flores.
Pumas
yaguarundí y tigrillos.
Jaguarundís, ardillas, armadillos, conejos,
mapaches, coyotes, palomas coliblancas,
urracas pardas, yigüirros,
tortolitas colilargas,
tijos, oropéndolas, pechoamarillos,
comemaíz, yigüirros y soterrés.
Entre juegos, risas,
leyendas y cuentos
te recorremos cual sitio
sagrado.
Sus voces milenarias
susurran los secretos
del saber vivir y la montaña.
En nuestras agendas, sin
cabida para la profanación,
solo anotamos la
esperanza.
Contamos con vos, Loma.
Así como una vez
emergiste,
rotunda, de los mares,
mantente firme.
De: Trilogía
de apachetas
II
Santuario Toledo
en las cumbres de Chirraca.
Pablo convoca a las aves.
Ráfagas de pájaros azules
encopetados de carmesí
abren la montaña.
El silencio es melodía diáfana.
Los cuentos de Evelio
habitan las piedras.
Con sudor campesino se recrean,
en el bosque selva,
imponentes apachetas.
Peregrinaje de caminantes.
Trina la vela en fulgurantes
chispas.
La esperma acaricia la roca.
Nuestros cabellos se impregnan de
aromas a hierbas.
Sube el humo en juguetón zigzag.
Traemos ofrenda dulce para la madre
tierra
y proclamas para el agua en
vestiduras blancas.
El sol se conjunta en el humano
abrazo
y el viento une su voz a nuestra
canción.
Madre
Matria
Madre Matria,
la que me acunó en las
riberas del Jorco
y me protegió en Lajas.
La que me dio postres de
cañaverales
y me amamantó en acequias
hoy sepultadas por el
progreso.
¿Cómo le enseño a mis
niñas por dónde te cruzan las aguas?
Matria mía
la del higuerón en hamaca
y suampos del miedo.
La que diseñó pistas en
el potrero del abuelo Coto
para que jugáramos en
manada
y en matorrales
escondiéramos los besos.
Madre Matria,
afeamos tu cara.
Convertimos un legado de
cuentos
en parqueos.
Te disfrazamos de luces
fosforescentes
y el humo de los carros.
Vamos tan de prisa por
tus calles
que no vemos la muerte
que choca
con el zapato.
Madre Matria, mi tierra,
aún tus pechos verdes
lucen en las montañas
y tus pies corretean
alegres en las olas de Nosara.
Tus brazos extendidos se
prenden de algas.
En tus palmas mis soles
de orquídeas
dibujan mañanas.
Tu vientre guarda la
semilla milenaria
y en tu bolsa uterina las
fuentes nutritivas
del pejibaye y la
guanábana.
Mi Costa Rica,
la joven,
la de piernas
quebrantadas
por dos centurias de
saqueos
que le obstruyen el paso.
Dicen que estás de
cumpleaños.
Celebran tu libertad
y niegan tus hambres.
Perdón por la ceguera
cómplice
del exterminio voraz
el maltrato y la amenaza.
Madre Matria, Madre
Tierra
la valiente, la
incansable,
la victoriosa en brotes
de vida,
a pesar de los vejámenes.
Matria mía,
las mujeres y hombres de
mirada plena,
de ojos del color de
tierra, montañas, mares y cuevas
ya no queremos parirle
más ovejas a la hacienda.
Algo duele en lo profundo
y nuestro canto continúa
inscribiendo la esperanza
pero
es tan tenue,
casi un susurro,
un llanto…
Poema de la autora en este mural.
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