Español, Lingüística y Literatura, Universidad Nacional de Costa Rica.
Profesor en el Liceo Laboratorio de Liberia y la Universidad Nacional (1980-2014).
Vicepresidente del Centro Literario de Guanacaste, Costa Rica.
Dirigió la revista Hojas de Guanacaste.
Ha publicado en Costa Rica, Dominicana, Panamá, Colombia, España, Chile y México.
Premios: Joven Creación, Alfonsina Storni, Jorge Volio, La Gran Nicoya, Premio
Universidad Nacional Omar Dengo, Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural.
Premio Nacional de Educación Mauro Fernández.
Ha publicado 800 artículos literarios, culturales, educativos, cotidianos y comunales, en
diversos medios de prensa, tanto regionales, nacionales, internacionales, así como en la
Internet (entre 1976 y el 2021).
Mereció la tesis La poesía de Miguel Fajardo: contribuciones al estudio de la literatura en
Guanacaste, de Marielos Novoa (+), Universidad Nacional, 1992.
Cinco bibliotecólogas de la Universidad de Costa Rica sistematizaron su biobibliografía
(1981-2016), en seis tomos.
Ha dictado conferencias y participado en congresos y festivales literarios en Costa Rica,
Argentina, República Dominicana, Colombia, Nicaragua y Chile.
Incluido en revistas literarias de Argentina, República Dominicana, El Salvador, Uruguay,
Perú, Panamá, España, Brasil, Albania, México, Nueva York, Chile y Costa Rica.
El semblante de la montaña
MIGUEL FAJARDO KOREA
El lago Arenal
extiende nubes que alcanzan el peregrinaje,
donde las mariposas se beben el día,
detrás del sol en Xilopalo.
El Arenal, coloso de cono abierto
acepta lo nuboso en ciernes
de la oscuridad ajena.
Lo sereno del lago
estremece la lluvia nocturna
frente a los pájaros
que atestiguan la montaña,
cuando alcanzan la vista ilímite
para vivir en paz,
en La Fortuna de San Carlos.
Los colibríes succionan el día
tras esconderse en la oscuridad.
El imponente Arenal
es una silueta agrandada,
cuando escucho:
All of me,
de John Legend,
en la antesala del jardín,
con la inmensidad del cielo
sobremirándonos.
En las nubes multicolores
descubrimos la creación de Dios:
como una ceremonia justa para la vida.
El tajamar no contiene las mareas
MIGUEL FAJARDO KOREA
La cuarentena acrecienta la rutina
en la pandemia de la indiferencia.
A toda hora, la palabra
es la reconstrucción del mundo,
la sed que tiembla,
cuando la necesidad
es un desplazamiento solar
que llega al océano,
en las hendiduras de las olas
arrastradas por los veleros
en las playas de Guanacaste.
El tajamar no contiene las mareas;
las deja continuar hacia la libertad.
Conversamos sobre la arena,
extasiados con los límites del mar,
cuyas aguas, de color turquesa,
se extienden hasta las piedras violetas.
Los oleajes regresan furiosos
contra las torres de arena, construidas
sobre el camino de la milla marítima
para el disfrute de todos. Amo el mar:
sus secretos cautivos, sus aguas gélidas,
los troncos salidos a mediodía.
Acaso el viento arrastra tantos escombros
para denunciar la salvaje deforestación
que asesina a los mares embotellados.
Comentarios
Publicar un comentario