Minería a cielo abierto: pieles rotas y
pulmones raídos.
Y un país perforado por la ambición
"La muerte viaja en carros de lujo,
yace en los acuerdos de quienes venden
sin piedad la patria".
La minería a cielo abierto nos escarba la
médula,
nos pudre la memoria y la retina.
La minería a cielo abierto
rompe primero la piel del planeta,
profundiza en sus entrañas
hasta generar cortaduras cóncavas.
Queda la tierra raíz arriba
entre cadáveres de cocobolo y almendro
y animales arremolinándose en el barro.
La lixiviación es el lavado del suelo.
Se hace con mercurio y cianuro.
Se deshace la corteza
para extraer el mineral.
Los compuestos fluyen hacia los ríos
o se internan en los mantos de agua
subterránea.
Con maquinaria y explosivos,
carcomen los cerros
y
generan polvos contaminantes.
Metales pesados ingresan por tráquea y
garganta.
Nocturna baba sanguinolenta.
El plomo se pega de las venas.
Los químicos de la minería afectan el
corazón, el cerebro,
los pulmones, los intestinos y el hígado.
Atrofian los embarazos
y alteran el ADN.
La flora y la fauna agonizan en las garras
de la minería.
En las cadenas alimentarias
se transmiten porciones de muerte
que llegan hasta los seres humanos.
Peces ciegos,
malformaciones en las nutrias.
Lapas verdes
siguiendo sus instintos
bordean la catástrofe.
Este negocio es un espejismo y una sombra,
lo operan las transnacionales
que un día se irán dejando sus drenajes
ácidos
que tardarán cientos o miles de años
en desaparecer sus venenos.
Queda un vacío ausente de vida.
Los lingotes de oro se van fuera,
dejando apenas unos cuantos sobornos
dados a los corruptos quienes cargan con
estas muertes.
Cambios brutales en el paisaje.
Huellas ecológicas irreversibles en su
derrame.
En Crucitas
el río Infiernito es un presagio,
Caño Crucitas,
quebrada Zabayos
y el río San Juan
sufren la amenaza latente del mercurio.
El cerro Botija y el cerro Fortuna
son testigos absolutos del aquel primer
intento.
Hoy, otra vez nos amenazan
con la minería a cielo abierto,
una peste que ha dejado carencias
y enfermedades graves en nuestros países
latinoamericanos.
Comunidades derrumbadas en su tristeza.
Permanecen los ojos vigilantes de los Pablo
Presbere
y de las Francisca Carrasco Jiménez,
de los ambientalistas, los campesinos,
y las personas que intuyen este engaño
feroz,
quienes levantarán sus corazones
como estandartes de fuego,
para cuidar, aún bajo la oscuridad y la
amenaza,
a Iriria, nuestra Madre Tierra.
La minería a cielo abierto arrastra
toneladas de vida
y sepulta la paz.
Con la tierra entre mis brazos
Voy por las orillas del mundo sufriendo los
atardeceres.
El látigo que rompió la espalda del esclavo,
me duele, aún,
cuando crecen las lunas.
Una niña cae de una balsa en el mar
Mediterráneo,
su madre queda con las rasgaduras de un
vestido amarrillo entre sus dedos.
Un puño de arena se estremece en los
litorales.
La elefanta matriarca yace agonizante sin
colmillos.
Sus últimas moléculas de aire se desvanecen
en el polvo.
Un hombre en llamas es apagado a medias con
el agua sucia de un balde
y piensa en el pan que debió llevar a casa.
Así va girando el mundo,
mientras desovan las tortugas baula,
y las lapas verdes cruzan la cordillera
y en el agua esmeralda cae una hoja de
almendro.
Entre ciclo y ciclo
nacen seres con las manos ungidas
que alimentan bocas y destinos.
Seres que avanzan con las costillas
abiertas,
aun en contra de su esperanza disminuida.
La luz de los calendarios
Cuando mi entusiasmo se agrieta en el
horizonte,
recurro a la música.
Cada nota de esta vieja canción despliega
soles en mis venas.
Existen días en que me invade una nostalgia
ancestral.
En plena selva la luna llena se posa en mi
esternón.
Acudo a personas vivas y muertas para
aminorar mi cansancio.
A veces, simplemente,
me quedo conversando con ángeles y plantas.
Usted es la algarabía que pasa por mi
pensamiento,
y aunque siempre sea la distancia,
su nombre es una bicicleta de pedales
anchos
que me lleva por las crestas finas de la
cordillera.
Biografía
Minor Arias Uva, escritor e investigador y
Promotor Cultural. Nació en Pérez Zeledón, Costa Rica.
Profesor del Colegio Universitario de Cartago,
y de la Universidad Estatal a Distancia en las Carrera de Turismo.
Ha publicado con las editoriales: Everest y Prensa Cicuta en España, Editorial
Costa Rica, Editorial Robin Books, Editorial Mirambell.
Premio Carmen Lyra de la Editorial Costa
Rica en 1999.
Es mascarero, apasionado con los temas de
la naturaleza y las culturas ancestrales.
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